Qué es el balance de blancos y cómo se ajusta

Saber bien qué es el balance de blancos y cómo funciona la temperatura de color son aspectos fundamentales que todo fotógrafo debe conocer (al menos de forma básica) si quiere lograr cierta fidelidad de color en sus fotografías. Para ayudarnos a una buena gestión del color tenemos, entre otros elementos, las cartas de grises y las cartas de color. Son dos pequeños accesorios de no muy elevado coste y que nos ayudarán a conseguir unos mejores resultados en cuanto al color. Comencemos.

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Relación entre balance de blancos y temperatura de color

El balance de blancos es, simplemente, el ajuste por parte de la cámara de la temperatura de color de la fotografía con respecto a la temperatura de color de la luz ambiente. Su objetivo es conseguir una reproducción de color correcta, sin dominantes. Para entenderlo mejor, vamos a ver qué es la temperatura de color.

¿Qué es la temperatura de color?

La temperatura de color es la predominancia de algún color del espectro luminoso sobre el resto de colores de una fotografía. Ya lo explicamos cuando hablamos de los geles para los flashes y su uso. Lo más importante es recordar que, con el balance de blancos, ajustamos la cámara con una temperatura de color determinada para obtener una tonalidad fiel a lo que queremos.

Dicho esto, queda claro que la temperatura de color nos afecta en cierta medida en la tonalidad general de la fotografía. Un buen ajuste de la temperatura de color ayuda a evitar dominantes. También podemos corregirla luego en el revelado de nuestro fichero RAW.

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Sin embargo, uno de los mitos que se ha difundido sobre este tipo de ficheros es que todo se puede arreglar editando el RAW. Ha sido muy común el hacer malas fotografías y escuchar aquello de “Ya lo ajustaré después en el RAW”. Se suele creer que con el archivo RAW podemos lograr cualquier cosa editándolo. Es cierto que podemos hacer muchas cosas, pero no todo.

Foto: Thomas Steiner

Por recordaros, el archivo RAW es un fichero que se denomina por algunos autores como “negativo digital”. Esto es así por contener en él toda la información que recibe el sensor (en bruto, RAW en inglés). Posteriormente, mediante un proceso de revelado digital nos encargamos de ajustar los parámetros para dar a ese archivo las características propias de un archivo de imagen como tal. Puedes leer más sobre el formato RAW en este artículo.

Es cierto que en determinados tipos de fotografía, como el fotoperiodismo o el reportaje social, los modos semiautomáticos priman por la rapidez de realizar la fotografía. Pero, si estás sacando un paisaje o realizando un retrato, conviene ajustar bien el balance de blancos a la situación de la escena.

Balance de blancos automático y modos preestablecidos

Prácticamente todas las cámaras poseen unos modos predefinidos para el ajuste de blancos: automático (la cámara escoge automáticamente la mejor temperatura de color según un algoritmo), soleado (para días con mucho sol o luz muy intensa), nublado (para días nublados), sombra, tungsteno (para compensar las bombillas fluorescentes cálidas), fluorescente (para compensar la temperatura de los fluorescentes o fuentes de luz frías) y el modo personalizado (un modo que no tienen todas las cámaras, solamente las de gama alta).

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Si no tienes claro qué modo usar, usa el modo automático. Cuando comprendas como funciona la temperatura de color, ve probando los distintos modos para al final, si tu cámara lo permite, usar el modo personalizado cuando la ocasión así lo requiera. Con esto te evitarás muchos problemas.

Cómo ajustar el balance de blancos de forma manual

Una vez que hayas perdido el miedo realizar un ajuste personalizado, ha llegado el momento de ponerte a manejar la carta de grises y/o la carta de color.

Carta de Grises

Pasada esa fase inicial, algo tan básico como una carta de grises debería formar parte de tu equipo. Y es que deberíais saber que la percepción del color varía en función de muchos parámetros.  Por ejemplo en la cantidad de luz o la persona (no todos percibimos de la misma manera). Aunque estos son los factores principales, otros como la falta de sueño también influyen en nuestra percepción del color.

Las cartas de grises, también conocidas como tarjetas de gris neutro al 18%, reflejan el 18% de la luz que reciben gracias al material con el que están fabricadas. Esto nos facilitará el ajuste posterior del tono/temperatura de la luz a la hora de editar.

Para realizar el balance de blancos de forma “aproximada” debemos realizar una fotografía a la tarjeta en las mismas condiciones de iluminación que la escena que queremos fotografiar. Por ejemplo, para realizar un retrato, es conveniente colocar la carta de grises cerca del rostro del sujeto y de frente a nuestra cámara. De esta forma, cuando realicemos el ajuste del balance de blancos con la herramienta Balance de Blancos de Camera RAW obtendremos un tono de piel más natural.

Foto: Joe D. Photography

Esto nos permitirá, a posteriori, editar la fotografía y ajustar el balance de blancos con la correspondiente herramienta de “Equilibrio de Blancos” existente en la mayoría de softwares de edición. Normalmente esta herramienta funciona seleccionándola y haciendo clic en la zona de la tarjeta gris.

Carta de color

Las cartas de color son una herramienta imprescindible para todo fotógrafo. Con ellas se consigue una gran fidelidad en la reproducción del color y de la gama de grises, como bien saben los fotógrafos más expertos.

Este tipo de cartas se fotografían en las mismas condiciones de iluminación que la escena que queremos fotografiar. Funcionan igual que las cartas de grises (de hecho, incluyen varios grises) y nos permitirán crear un perfil de color específico para un determinado software de edición. De esta forma lo que fotografiemos se ajustará con bastante exactitud a lo que después editemos.

En mi caso, uso una sencilla XRite Color Checker Passport. La utilizo en todas mis sesiones y su uso es tan sencillo como realizar una fotografía al lado del sujeto con cada esquema de iluminación antes de comenzar. Esto me permite generar después en Lightroom un perfil o ajuste concreto de color específico para esas condiciones de luz en las que estaba trabajando. Así consigo mucha mayor fidelidad de color. La ventaja de la carta de color es que puedo copiar y pegar dicho ajuste al resto de imágenes de esa sesión fotográfica. De esta forma ahorro el tener que ajustar el color de forma individual en cada una. Aunque pueda hacer algún otro ajuste adicional a posteriori.

Conclusiones finales

Ya no hay excusa. Por la mejora que puedes obtener en tus fotografías así como por el precio que cuestan deberías tener siempre en tu equipo al menos una carta de grises para poder realizar esa primera toma. Y después te ayudará a escoger un balance de blancos más aproximado a la realidad. Y si quieres ir un poco más allá, ayúdate con una carta de color. Ambos, en mi caso, son accesorios que siempre van en mi mochila.

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