Su paso por Estambul no les dejó indiferentes, pero la India es otro mundo completamente distinto. Descubre la nueva crónica de Dreamhunters sobre su apasionante paso por este peculiar país asiático.
“13 de septiembre de 2014.
El mundo se divide en dos: la India y el resto del mundo. No hay nada comparable a este país. Seguro que hay lugares en África muy auténticos y peculiares, pero lo que se experimenta en el país de Gandhi seguro que no se vive en ningún otro lugar.
Siempre he oído eso de que a la India “se la odia y se la quiere” al mismo tiempo. Y quizás sea así. Hay momentos en el que pasearías durante horas por las calles de cualquiera de sus pueblos o ciudades disfrutando de la gran variedad de olores, gentes, vistas y luces, pero en ocasiones necesitas refugiarte en la habitación de tu hotel para descansar. Es tanto el impacto que ha recibido tu mente que necesitas un tiempo para recopilar lo vivido y ordenarlo donde toca. Y es que un país con una religión con más de 2.000 Dioses es imposible que pase desapercibida para tu espíritu.
No hay rincón en la India que no te permita experimentar nuevas sensaciones. Aunque sean buenas o malas, de ellas no te escapas. Viajar en tren es una de ellas. Nunca has vivido algo igual, y se puede convertir en tu mejor recuerdo, o en tu peor pesadilla. Tú elijes. O las famosas puestas de sol, que son todo un ritual cuando el sol decide bajar el telón y despedirse del día. Es cuando el país se detiene durante unos instantes y disfruta de un momento mágico que se puede vivir cada atardecer.
Por estos motivos y por muchos otros que solo un poeta podría describir, uno debería visitar la India antes de morir. Porque de eso se trata la vida: de vivir el máximo de contrastes posibles para poder comparar y luego elegir”.
Texto e imágenes: © Dreamhunters