Phom Penh, la capital de Camboya, tiene uno de los cielos más grandes y bonitos que los Dreamhunters hayan visto nunca. Pero ese cielo también ha sido testigo de una de las historias más tristes del país: Killing Fields. Un lugar que se tiene que vivir para entenderlo.
“04 de Enero de 2015.
Visitar un campo de exterminio es una experiencia que no se olvida. Pasa a ser un recuerdo como tu primer beso, que es imposible pasar por alto, pero en negativo. Tanto Lore como yo estamos seguros que siempre quedará en nuestra mente la visita que realizamos en los Killing Fields de Phnom Penh, la capital de Camboya.
La historia susurra con tristeza y vergüenza que en 1975, los Khramer Rouge, un partido comunista liderado por Pol Pot, produjo una de las masacres más grandes de los últimos tiempos, torturando gente, forzándoles a trabajar entre 12 y 15 horas al día en el campo, para finalmente acabar matándolos brutalmente.
En poco más de 4 años, este movimiento que pretendía llevar a su pueblo al año “cero”, asesinaron a más de 3 millones de camboyanos. Durante la visita, se nos ponían los pelos de punta al oír los eslóganes que utilizaban para aterrorizar a su gente. Frases como “dejarte vivir no es ningún beneficio; matarte no es ninguna pérdida”, o “mejor matar a un inocente por error que dejar vivir a un traidor dudoso” formaban parte de la biblia de este régimen.
Utilizaban cualquier cosa para matar, menos balas, pues tenían un coste que no querían asumir. Por eso, los quemaban, los golpeaban en la cabeza con hierros, o violaban a las mujeres antes de asesinarlas y tirarlas en un agujero. Y a los niños acostumbraban a matarlos golpeándoles la cabeza contra un árbol. Y por si acaso no fuera suficiente, ejecutaban esta barbarie mientras varios altavoces colgados de diferentes ramas expulsaban música alegre a todo volumen con el fin de ahogar el sonido de los gritos de la gente que era asesinada.
Es difícil describir lo que uno siente visitando un lugar así. Quizás algún poeta lo logre, pero no creo que nosotros lo podamos transmitir. Suponemos que es lo mismo que cuando una madre que ha perdido un hijo te intenta explicar lo que siente. Uno no puede imaginarse lo que ella está viviendo. Se tiene que vivir para entenderlo. Por eso, desde estas humildes líneas, te animamos a visitar un campo como este. No solo para no olvidar la historia y evitar así que se repita, sino para que, al salir del recinto, te des cuenta de la suerte que tienes de poder vivir una vida como la que vives”.
Texto e imágenes: © Dreamhunters
2 Comments
Leave a Reply